#CuscoDatos. El puente Q’eswachaka, reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO y parte integral del Qhapaq Ñan, sufrió un grave atentado el pasado 17 de mayo, cuando desconocidos cortaron sus sogas vegetales. Sin embargo, este sábado 7 de junio, las comunidades andinas lo reconstruirán, reafirmando su vigencia como símbolo de identidad y resistencia cultural.
UN ATAQUE AL PATRIMONIO VIVO
El atentado contra el Q’eswachaka no solo dañó su estructura física, sino que también amenazó una tradición ancestral transmitida por generaciones. Las autoridades, incluyendo al fiscal Homar Gallegos y efectivos policiales de Yanaoca, verificaron el sabotaje y abrieron una investigación preliminar para identificar a los responsables.
El ataque ocurrió el 17 de mayo, cuando cortaron las sogas principales, provocando el desplome de la estructura. Dado que, como cada año, el puente se renueva en las primeras semanas de junio, se esperó hasta la fecha tradicional de reconstrucción, que será este sábado 7 de junio.
Este acto generó indignación, ya que el puente no solo es una maravilla de la ingeniería inca, sino también un símbolo de unidad y continuidad histórica.
LA RECONSTRUCCIÓN
Las comunidades de Huinchiri, Chaupibanda, Choccayhua y Ccollana Quehue, herederas de esta técnica constructiva, renovar el puente utilizando fibra vegetal (ichu), tal como lo hicieron sus antepasados. Este proceso, que se realiza anualmente, es una muestra del saber colectivo y la cosmovisión andina, donde cada familia participa en la elaboración de las sogas y el armado de la estructura.
La Municipalidad Distrital de Quehue y la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco (DDC Cusco) han coordinado acciones para garantizar la protección del puente y su entorno, trabajando con el Equipo del Qhapaq Ñan y la Jefatura de Zonas y Sitios de Canas para fortalecer su salvaguardia.
HACIA UN FUTURO CON PROTECCIÓN Y CONCIENCIA
Este incidente ha puesto en evidencia la necesidad de mayor vigilancia y valoración del Q’eswachaka, no solo como un atractivo turístico, sino como un patrimonio vivo que depende de la participación activa de las comunidades y el apoyo institucional.
